Asha Ismail sufrió la mutilación genital femenina en su infancia. Ya de adulta fundó la ONG Save a Girl Save a Generation con el propósito de concienciar y, sobre todo, de erradicar estas prácticas que hoy, en pleno siglo XXI, siguen afectando a las mujeres.

Este mes de septiembre, el Ayuntamiento se ha implicado activamente en la iniciativa Challenge 40 Basket, donde, a través del baloncesto, se busca concienciar a la sociedad sobre esta lacra y, a la vez, poner en valor a la ONG Save a Girl Save a Generation. En las líneas siguientes, Asha Ismail pone voz a su organización.

¿Cómo surge la ONG y cuál es la misión?

Save a Girl Save a Generation nació desde una necesidad personal y colectiva. Como superviviente de la mutilación genital femenina, sentí la urgencia de transformar el dolor en acción. Fundé la organización con el objetivo de prevenir y erradicar prácticas nocivas que afectan a mujeres y niñas, como la mutilación genital femenina, los matrimonios forzados y otras formas de violencia de género. Nuestra misión es empoderar a las niñas, sensibilizar a las comunidades y promover el cambio desde la raíz, a través de la educación, la denuncia y el acompañamiento.

¿De dónde viene esta práctica de la mutilación genital femenina?

La mutilación genital femenina es una práctica ancestral que precede incluso a las religiones monoteístas. Se ha perpetuado a través del tiempo por razones culturales, sociales y de control sobre el cuerpo de la mujer. En muchas comunidades se justifica con argumentos de pureza, honor o pertenencia, pero en realidad es una forma de violencia es-tructural que limita la libertad y la salud de millones de mujeres. Su origen no es religioso, aunque a veces se use la religión como justificación.

Desde la ONG estáis poniendo voz a un tema tabú, ¿cómo lo acoge la sociedad española?

Al principio, hablar de mutilación genital femenina, en general, generaba incomodidad. Era un tema del que apenas se hablaba, y en España no era muy conocido. Pero con los años, hemos visto un cambio positivo.    

Cada vez más instituciones, profesionales de la salud, del ámbito educativo y la sociedad civil se implican. Hay mayor conciencia y voluntad de actuar. Sin embargo, sigue siendo necesario romper silencios, formar y sensibilizar, porque la prevención comienza por el conocimiento.

¿Y en los países donde se sigue practicando? ¿Cómo llega allí vuestra voz?

Nuestro enfoque es comunitario. Trabajamos de la mano con activistas locales, líderes religiosos y mujeres supervivientes en países donde la mutilación genital femenina aún se practica. 

Nuestra voz llega a través de talleres, campañas y colaboraciones con asociaciones locales. No se trata de imponer, sino de dialogar, escuchar y acompañar procesos de transformación desde dentro de las propias comunidades.

Matrimonios forzados, mutilación femenina… ¿Por qué todavía en pleno siglo XXI se sigue practicando y, sobre todo, por qué son las mujeres las que lo hacen?

Es una pregunta dolorosa pero necesaria. Estas prácticas persisten porque están profunda-mente arraigadas en estructuras patriarcales que se transmiten de generación en generación. Las mujeres que las perpetúanmuchas veces lo hacen por miedo, por tradición o porque creen que así protegen a sus hijas. No lo hacen por crueldad, sino porque también fueron víctimas. Nuestro trabajo es precisamente romper ese ciclo, empoderar a las mujeres para que dejen de ser ejecutoras de un sistema que las oprime.

¿Qué se puede hacer desde España para erradicarlo?

Desde España podemos actuar en muchos frentes: mediante actualización y reforzando las leyes existentes de los protocolos, apoyar entidades como la nuestra que trabajan directamente con las poblaciones afectadas para que así podamos proteger a las niñas en riesgo, una sanidad y educación preparadas para detectar y actuar, y un sistema de acogida y apoyo para víctimas. Pero, sobre todo, necesitamos políticas públicas sostenidas, formación específica y voluntad política. También es vital el trabajo con las comunidades migrantes, desde el respeto y la escucha, para prevenir desde dentro.

Asha, tú has sido víctima de esa lacra, ¿cómo te ha acompañado toda tu vida?

La mutilación genital femenina no es un acto puntual, es una herida que te acompaña toda la vida: física, emocional y psicológicamente. Durante mucho tiempo sentí vergüenza, incomprensión, silencio. Pero con los años comprendí que mi historia debía convertirse en motor de cambio. Hablar de ello me ha dado fuerza y ha ayudado a otras mujeres a romper el silencio. Transformar el dolor en lucha ha sido mi camino de sanación.

¿Cómo era la mujer en Somalia en aquel momento y qué evolución ha tenido hasta ahora?

Yo soy somalí de Kenia. En mi infancia las mujeres estaban sometidas a normas estrictas, con escaso acceso a la educación y una fuerte carga cultural sobre sus cuerpos y su comportamiento. Hoy hay cambios positivos: más mujeres activistas, lideresas… pero aún queda mucho por hacer. La evolución es visible, pero el avance necesita ser acompañado por políticas de igualdad reales y un cambio profundo en la mentalidad social.

Tu hija, Hayat, es tu colaboradora, otra generación ¿cómo vive tu experiencia?

Hayat representa la continuidad de esta lucha, pero desde otra mirada. Ella ha crecido conociendo mi historia, pero con libertad para construir la suya. Trabajamos juntas desde el respeto y la admiración mutua. Su presencia en la ONG es un puente entre generaciones y una señal de que el cambio es posible. Para mí es una bendición que haya elegido este camino, no desde el dolor, sino desde la convicción.

Hablemos de los proyectos que tenéis actualmente desde la ONG

En España, desde Save a Girl Save a Generation llevamos a cabo varios proyectos centrados en la prevención, la sensibilización y el acompañamiento de mujeres y niñas en riesgo. Entre ellos destacan:

• SU VOZ, un espacio de formación y empoderamiento para mujeres supervivientes.
• PIVOT, un proyecto que promue-ve la intervención profesional y comunitaria en contextos de violencia estructural.
• Creando Lazos, enfocado en la construcción de redes de apoyo entre mujeres migrantes.
• Y nuestro nuevo proyecto, SAFE, financiado por la Unión Europea, que ofrece herramientas de pro-tección, formación y atención integral para mujeres víctimas de violencia de género, con especial atención a la mutilación genital femenina y los matrimonios forzados.

Por otro lado, en el ámbito de la cooperación internacional, desarrollamos desde hace años acciones concretas en Kenia, especialmente en Nairobi, donde llevamos adelante el programa Kuelekea Mabadiliko - Caminando hacia el cambio. A través de este proyecto, más de un centenar de mujeres participan anualmente en formaciones sobre derechos, salud, emprendimiento y liderazgo comunitario. Asimismo, gestionamos una casa de acogida, Safe in Nairobi, que brinda un espacio seguro a mujeres supervivientes de distintas formas de violencia, ofreciéndoles acompañamiento psicológico, jurídico y social para reconstruir sus vidas con dignidad y autonomía.

¿Cuál es el futuro de Save a Girl Save a Generation?

El futuro es seguir creciendo, fortaleciendo redes, formando nuevas generaciones de activistas y expandiendo nuestra labor a más territorios. Queremos que nuestra voz llegue más lejos, pero sin perder el vínculo cercano con cada mujer y cada niña que defendemos. Soñamos con un mundo donde las niñas no tengan que ser valientes para sobrevivir, sino libres para vivir plenamente. Ese es nuestro horizonte.