No puede ser solo pasión por el teatro el espíritu que durante los últimos 40 años ha animado a la compañía Torrearte a estrenar más de 110 títulos y representar más de 270 funciones desde que en el verano de 1983, con Carlos Arias a su cabeza, llevara a cabo su primera función, “¡Viva Madrid!”, en el Parque JH. Los años han pasado y, ahora, al frente de esta asociación se encuentra Jaime Laorden.

Jaime, ¿cómo surgió tu afición por el teatro?

En 1984 solía jugar como portero en el Minifútbol y un día Manolo Adanez, una grandísima persona, me dijo: “te he visto parando balones y creo que servirías para el teatro porque tienes mucha expresividad”, pues yo me enfadaba mucho jugando. Desde entonces no he abandonado el teatro.

Entré en Torrearte, cuyo director era Carlos Arias, todo un precursor, poco después de que se fundara y, como era joven, mi primer papel fue el de galán en una obra titulada “Julieta tiene un desliz”. En aquellos años contar en Torrelodones con una persona como Carlos Arias, que hiciese teatro fue una maravillosa suerte pues, en esa época, no había ni academias, ni teatros, ni lugares en los que explorar nuestras inquietudes artísticas… Para representar una función no solo teníamos que montar el escenario y las luces sino, incluso, colocar las sillas para que el público se sentase.

En esos años Torrelodones tenía muy pocos habitantes y todos nos conocíamos, había un concepto de pueblo. Cuando no actuabas en el antiguo Salón Parroquial lo hacías en alguna sala. Cuando se inauguró el Teatro Bulevar, 1987, todo cambió porque dispusimos de un espacio magnífico que ya quisieran muchas salas.

Poco tiempo después te independizarías…

En 1989 creé Tiempo de Teatro, con la intención de hacer cosas distintas. Nos estrenamos con una obra de Presley y representamos tanto piezas modernas como clásicas, tanto de autores nacionales como extranjeros, una mezcla curiosa. Y así fue durante 10 años hasta que regresé a Torrearte.

A la muerte de Carlos, 2014, se creó una junta directiva que quiso darle continuidad a la asociación, mantener su espíritu: un espacio muy abierto en el que todo el mundo que quisiera pudiese hacer teatro y que todos se sintieran a gusto. Torrearte, como el Minifútbol, ha sido en el campo artístico todo un fenómeno social y por su asociación han pasado cerca de 500 personas. Ahora se ha renovado la junta, de la que soy presidente.

¿Crees que habéis alcanzado ese objetivo?

Creo que sí porque estamos realizando entre 3 y 4 estrenos al año y 8 representaciones, lo que es una cifra importante para una compañía vocacional. Vocacional es la palabra que utilizaba Carlos, pues no le gustaba el término de compañía aficionada ya que le quita valor a trabajo que realizamos.

Pero ha habido cambios pues ahora trabajamos más obras más contemporáneas, la última “Incendios”, de Wajdi Mouawad, y, próximamente, estrenaremos una de Yasmina Reza. Pero no olvidamos a los clásicos pues una buena obra no importa cuando haya sido escrita. 

Torrearte, ¿sigue siendo un foco de atracción para los vecinos?

Sí, porque acuden no solo para hacer teatro de calidad sino, también, para pasarlo bien. No tiene nada que ver el ser vocacional con no hacer teatro del máximo nivel. Actualmente tenemos igual número de gente que siempre, unas 30 personas activas, un número muy alto, que exige que todos tengan un cometido pues no todos actúan.

Existe un completo equipo de trabajo dedicado a la escenografía, vestuario, iluminación, sonido… Somos, aunque no ofrezcamos un método sistematizado, como una escuela de teatro en el que nuestro modelo es la práctica en los ensayos y en las representaciones.

Por último, ¿dónde se os puede encontrar?

Estamos en la Casa Rosa, junto a la Casa de Cultura, un local cedido por el Ayuntamiento, lo que le agradecemos mucho, y es aquí donde ensayamos casi todos los días de la semana. Es un espacio, al que llamamos La Sala Rosa, que queremos que se convierta en un ámbito en el que realizar de manera programada todo tipo de eventos culturales y artísticos.