10/08/2012, décimo día del Diario de bitácora del Rally

Hoy toca pasar la frontera. Lo que en la mente de un europeo es un proceso rápido, en África no lo es. Os adelanto un dato, 8 horas tardamos en cruzar un tramo de 4 Km.
Nos levantamos pronto y tras un breve desayuno, salimos todos juntos en convoy hacia la frontera, a nuestra llegada la frontera está cerrada, y ya hay un buen número de coches haciendo cola.
Una vez abierta; el caos. No había nadie que respetara el turno, todo el mundo se colaba y por lo tanto no había forma de avanzar. Tras ejercer un poco de pardillos europeos, nos imponemos y logramos acceder al control de fronteras marroquí. Una vez dentro nos queda pasar tres controles, el de la policía, el de aduanas y el del ejército.
Y las cosas tampoco son fáciles aquí, para cualquier cosa hay que hacer fila y esperar horas al sol para que te firmen a mano el pase, y por supuesto la forma de esperar turno es igual que la reproducida anteriormente con los coches.
Una vez pasada la frontera marroquí (5 horas) no entramos a Mauritania, sino a tierra de nadie. Mauritania y Marruecos no se reconocen las fronteras y entre ambos puestos fronterizos hay 4 km de tierra de nadie, donde debes seguir un camino sin asfaltar (no llega a ser ni tan siquiera una pista de tierra) y con mucho cuidado de no salirse de los límites del “camino” pues toda la zona se encuentra minada.
Allí aparecen los primeros compradores de los coches, vendiendo allí mismo el Renault Clio de uno de los equipos.
Tras avanzar 4 km entre rocas, arena, coches desguazados etc., llegamos al control mauritano donde nos esperan otros tres filtros; ejercito, aduanas y policía. Allí muchos militares se interesan por los vehículos, vendiendo otros dos.
Tras tres horas de espera y papeleo, aparecen los primeros responsables del orfanato (que agilizan las gestiones con la policía). Finalmente en algo más de 8 horas, conseguimos entrar en Mauritania, donde nos espera un paisaje de dunas y matojos.
Cansados, agotados y deshidratados, llegamos al orfanato y todo se nos olvida cuando nos reciben con un cartel en español que dice “Bienvenidos a la Casa de los Niños” y alrededor de él, un montón de niños que nos abrazan, al principio algo tímidos.
Imposible no emocionarse al ver a los niños que nos esperan (prácticamente estaban todos los niños del barrio).
Los responsables del orfanato, nos han preparado una Jaima donde comeremos y dormiremos en los próximos días, un poco de té, una visita al orfanato, juegos con los niños, algo de cena y caemos rendidos en nuestros sacos.

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